Como me ha abandonado la Musa, y todo por culpa de Baco que la invito a un barcito ubicado en Hipotálamo esquina con Hipófisis; no me ha quedado más remedio que contar una anéctdota curiosa que me pasó ya hace algunos años. Y no es reclamo, por si lo lees (comentario local).
Corría el año en que todo se me juntó; el fin de semestre, y era el último, no podía permitirme mandar todo al diablo, el promedio lo exigía; en casa las cosas se complicaron económicamente, sin embargo gracias a una amiga encontré un trabajo, el cual me transformaría de estudi-hambre a pobre-sor, bueno por lo menos no pasaría a las filas del desempleo pero si llevaría el estigma del biólogo, en fin; la tesis me traía vuelto loco con experimentos, y bueno todo este choro se lo saltan porque lo relevante en esta introducción es lo que paso aquella tarde de verano. Ese día como otros tantos, salí del laboratorio, baje las escaleras, doble a diestra, y al llegar a la primer puerta del lado derecho del pasillo toqué, Mar abrió la puerta y le pregunte si quería que la llevará a casa, ella dijo que sí con un movimiento de cabeza, entonces la esperé unos minutos, salió de su laboratorio y nos fuimos rumbo a su casa; llegamos y estacione mi bochornoso (esa historia es digna de otro post) frente a su casa, apagué el coche, y abrace fuertemente a Mar contra mi cuerpo, su mejilla quedo contra la mía y un suave deslizar de la piel encontró nuestras bocas, en ese instante nada nos importaba, el mundo era tan sólo el interior del auto, tan así fue que cuando nuestros labios se separaron, ella notó algo, y ese algo me pareció aterrador, por la cara de espanto que puso, mientras yo giraba la cabeza para ver que le había sorprendido tanto, pensé “en la madre, de seguro nos van a asaltar”, y dicho y hecho, cuando volteé por completo, vi a un hombre con chamarra negra, playera verde, pantalones de mezclilla y tez morena, acercándose hacia nosotros; y si caigo en una sobre adjetivación, es por que aún lo recuerdo muy bien. En ese instante trate de cerrar la ventana y encender el auto, pero una mano me impidió cerrar la escotilla “ahora si nos llevo la chingada, puts, espero que no le quieran hacer algo a Mar, ahora con que cuento les salgo a mis padres”, y entonces una voz me dijo “Ahora si güerito, dame las llaves del coche”, su forma amable y formal de pedirme el auto me obligo a hacerle caso, y como NO, si en su otra mano empuñaba una escuadra 45 que apuntaba directamente hacia mi cabeza. Entonces, en un acto lleno de valor, me bajé del coche no sin antes cerciorarme que Mar ya estaba abajo del auto, y bueno, el ladrón no era tan mal tipo, hasta me dejo bajar las mochilas y las chamarras. Después de ponernos a salvo fui a la delegación a levantar el acta, y de inmediato te llevan con los judiciales para que comiencen a buscar tu coche. Unos minutos más tarde me dijeron los policías que habían detenido a un tipo que viajaba en un coche (que no era el mío) sin placas y que cubría con la descripción que les había proporcionado. En ese momento me deje engañar con la idea de que los polis sí sirven para algo más que atracar, y digo engañar porque cuando me llevaron a ver si ese sujeto era quien me robo una hora antes, yo pensé que sería como en las películas, es decir que lo iba a reconocer a través de una Cámara de Hessel, y no señor, NO, que me la ponen frente a frente, pero yo, sin rajarme, que le digo a señor justicia, este es, y como no iba a ser si hasta me dijo “Cuál es el problema huerito”, esa última palabra fue como un flash-back.
E fin, para no hacerles el cuento más largo (ya voy a terminar, no desesperen), lo detuvieron. A mi me hicieron pasar toda la noche en la delegación para preparar la demanda. Días después el tipo fue trasladado al Reclusorio Oriente. Yo tuve que ir hasta donde él para carearme varias veces. Y todo para qué, para que si lo hallaran culpable, pagara una multa, una reposición de los daños y saliera a los tres meses.
E fin, para no hacerles el cuento más largo (ya voy a terminar, no desesperen), lo detuvieron. A mi me hicieron pasar toda la noche en la delegación para preparar la demanda. Días después el tipo fue trasladado al Reclusorio Oriente. Yo tuve que ir hasta donde él para carearme varias veces. Y todo para qué, para que si lo hallaran culpable, pagara una multa, una reposición de los daños y saliera a los tres meses.
Yo nunca recuperé mi coche. Mar y yo terminamos. Caí en depresión y requerí de terapia en el psiquiátrico. A Mar se le vio con un hombre que vestía chamarra negra, playera verde, pantalones de mezclilla y tez morena, en un bocho y el tipo gritaba “Quítate del camino güerito”. Mujeres…
Bueno los dejo con lo siguiente:
Estaban recluidos en el mismo pabellón.
Ernesto Gómez sustrajo un automóvil. Calificación de delito: hurto. Condena: dos años de prisión en forma condicional.
Ricardo Luque sustrajo la rueda de auxilio del mimo coche. Calificación: robo. Condena: cuatro años de cárcel.
Excusemos la moraleja.
Héctor P. Agosti