Ozhomatli comenzó a escribir con el objeto de aprender a desarrollar su capacidad de comunicación. Sus ideas ahí estaban. Quizás lo que le faltaba era cultivarlas sembrarlas entre hojas llenas de Saramago, Gibran, Arrufat, y rociarlas con la visión sensible de Cortázar, Borges, Dostoievski y tantos escritores más, para que entonces se explicara de una manera dulce, amarga, madura e insípida.
Ahora, cuando mira hacia atrás, sólo ve un presente lleno de conocimiento, y un futuro más sencillo de enfrentar, porque pese a que la vida sea incertidumbre, lo que a Ozhomatli le importa es únicamente el momento. Y ahora es momento de decir gracias por compartir con él parte de este viaje efimero.
22 jul 2008
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