A mediados de septiembre comencé a comer con ansias de devorar algunos textos. La dieta se basó principalmente en hojas rojas de fisiología, hierbas de biología molecular y genética, frutos de evolución, semillas de ecología, carne de organística y de postre un librito de poesía de Luis G. Montero. Así hasta engordar la masa gris, llenarla de impulsos eléctricos.
Para el 10 de octubre ya estaba más que satisfecho, por lo que decidí envolverme en telas de seda. Escogí un buen lugar, uno calido. Bajo la rama de un árbol me colgué y ahí comencé mi cambió de larva a pupa. Pasaron largos, fríos e inciertos días. A principios de noviembre comencé a cambiar de pupa a un estado de madurez. Para el 15 del mismo mes ya quería salir de mis mantos. Por momentos me preocupaba poder encontrar ese soplo que extendiera mis alas porque de no encontrarlo la muerte me esperaba al caer del árbol para ser destazado por hormigas o arañas.
Ahora 30 de noviembre de 2006, desperté con ganas de ver la luz, abrí mi crisálida y sin pensar estoy aquí batiendo mis alas, volando hacia el sueño.
*Aceptado en maestría