29 may 2006

(Café Moka) Ultima parte de Aún recuerdo...


Café moka


“Uno se va haciendo de manías, y ahora, todas las mañanas salgo de mi viejo departamento, cruzo la calle para llegar a aquella cafetería que tiene bancas en un pequeño jardín, tomo lugar debajo de unos hilos que cuelgan de la copa de aquel árbol frondoso que cobija mis sueños, y pido un moka para llenarme de su sabor, ahora que no la tengo más"



Creo que nunca entendí a que se refería ella cuando me dijo que fuéramos lento. Por mi parte le había aclarado que no tenía mucho tiempo ya que el trabajo me tenía muy ocupado; recuerdo que a ella le parecía bien porque decía estar en la misma situación. Sin embargo los excesos de la dopamina comenzaron a hacerse presente en nuestras vidas. Su casa me fue acogiendo al igual que su familia. Recuerdo el primer encuentro con su hermana, cuando abrió la puerta de su casa me dijo: ─Estás a prueba─ Vaya forma de ser recibido al seno de un hogar.
El sur nos fue haciendo lugar para el amor; como las tardes del centro de Coyoacan para comer comida china o algún platillo típico; o si la raya era escasa, compartíamos las pocas monedas para comprar un moka (su favorito); en otras ocasiones, sólo nos dirigíamos a alguna banca que nos hiciera espacio como a los otros enamorados que suelen reunirse por las tardes en cualquier jardín; y cuando de plano no teníamos capital, nos quedábamos en su casa, ella sacaba algún libro, tomaba lugar junto a mí y pasaba su pierna sobre la mía para comenzar a leerme algunos cuentos o poemas que describieran su estado de ánimo.
Los fines de semana nos reuníamos para caminar por el viejo centro de la ciudad; sí, para vagar sin rumbo, y antes de que la noche nos venciera, caminábamos a mi viejo departamento. Fue ahí cuando me vi sorprendido por su cuerpo sobre el mío. Su piel junto al calor de mi ser. Sus senos oprimidos en mi regazo. Mi boca sobre sus labios y mis manos dibujando su esbelta silueta. Cada rincón de su cuerpo lo memoricé con cuidado, lo hice mío y yo era de ella. Esas noches compartíamos nuestras vidas y la dicha de despertar; siendo más que dos cuerpos entre sabanas, siendo más que dos almas entre lazadas por las piernas, sólo siendo dos seres que al levantarse el alba se confiesan con un —Té amo tanto como las noches—
Para cuando nos dimos cuenta de las circunstancias, ya estábamos enamorados. Y desde que comencé con esta historia, siempre supe que quería a mi lado a una compañera. Alguien que caminara a junto a mí, hombro con hombro. Sabía que esta historia duraría hasta que el amor nos alcanzará. Y ese día llegó.
Fue aquella noche de octubre. Pasé a su casa para dar camino al centro de Coyoacan. Ese día la miré a los ojos y ella me evitó. Sabía lo que en su mente pasaba. La tomé de las manos y dije: —Eres todo para mí— Ella me soltó. Pidió que saliéramos a dar una vuelta, mientras andábamos noté que nuestros pasos se perdían entre la multitud de un domingo. Busqué estrellas en el cielo. Me sentí perdido como un náufrago en la mar. Tomamos lugar con una señora de la suerte, y así es… todo quedó claro.
Entramos en el auto. Encendí el motor. El silencio me asfixiaba. Su aroma se desvanecía y antes de perderlo dije: —Tenemos frente a nosotros dos caminos, seguir o volar cada quien por su cielo—. Ella me miró. Tomó mi mano con fuerza y habló —Pues creo que esto es todo—. Sus labios cortaron mis sueños. La tuve por última vez entre mis brazos. Le robé un beso y así me dijo adiós. Con una lágrima en nuestros ojos. Nos miramos y le dije —Que seas muy feliz— Ella repuso —Te deseo lo mismo—.
Clío:
El mundo esta… al igual que tu y yo. Y la vida se nos da con un amor, el cual se agota, se muere, se desvanece ante la indecisión y me mata como tus besos. Los cuales son dadores de vida, de sueños y de un triste adiós.Y me rehúso a la idea, dejando en claro que te amo, que no dejare de luchar.

No hay comentarios.:

CaMarA de AmOr

CaMarA de AmOr

cIrCuLo