29 may 2006

(¿Perdí?) Segunda parte de Aún recuerdo aquel...

¿Perdí?
A Regina la conocí por una compañera del trabajo que me convidó a dar una clase en la Universidad. Días después, mientras trabajaba, noté una sombra que se sentó con mucha seguridad frente a mi escritorio, invadido por la curiosidad, alcé la mirada para ver quién era, pero no reconocí aquel rostro femenino; ella de inmediato refrescó mi memoria diciendo que era la chica que me lanzó un par de preguntas sobre el tema que expuse el otro día en clase y agregó, ─Hola, soy Regina─. Intercambiamos unas cuantas palabras que entre líneas decían: nos volveremos a ver. Y así fue, porque mi compañera me volvió a invitar, pero esta vez como jurado de proyectos. El día llegó y yo con él, fui el primero en presentarme al evento, me sentía algo nervioso, inspeccionaba el lugar, y claro en el fondo quería encontrar a Regina; cuando de repente, ella venía caminando hombro con hombro de mi compañera del trabajo. Me acerque a ellas con el pretexto de saludar, mi compañera se adelantó y nos quedamos solos, platicamos un poco antes de iniciar con los seminarios y justo antes de dar comienzo, le dije que no se preocupara, que lo haría bien. Después de todas la presentaciones y finalizada la evaluación de proyectos, me encamine a ella para felicitarla por su trabajo. Instantes después y sin mucha explicación, ya estábamos desayunando. El día fue transcurriendo por sus ojos color jade, yo no me cansaba de admirarla, me sentí tan a gusto… con excepción de no haberla besado cuando nos despedimos, creo que ella esperaba que lo hiciera, pero por un instante me dio pavor y terminé girando el cuello para evitar sus labios.
Hacía más de dos años que yo no tenía un amor, encuentros ocasionales no faltaban pero eso no es una relación, y es que de la última salí destrozado. Esos desamores nos van haciendo desconfiados, algo incrédulos del amor, e intentamos fallidamente escondemos tras la máscara de la indiferencia a compartir nuestra historia, tratamos de auto-engañarnos hasta el punto de creer que no estamos hechos para volver a entregar, nos volvemos presas del miedo, dejando pasar oportunidades, agotando las posibilidades de creer en los demás.
A Regina nunca más la encontré; sin embargo, su presencia en mi historia vino a despertarme del letargo de la soledad, me abrió los ojos para que volviera a creer en las personas, pero sobre todo hizo que en mi mente tomaran sentido aquellas líneas que García Montero dice en Resumen: “No existe libertad que no conozca, ni humillación o miedo a los que no me haya doblegado. Por eso sé de amor, por eso no medito el cuerpo que te doy, por eso cuido tanto las cosas que te digo”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!!,, Oye pues como todo hay cosas que te agradan mas que otras,, y pues Perdi?,, me encanto en verdad, me senti identificada en algunas cosas y te entiendo perfecto,,

Creo amigo que tienes verdadero talento para escribir y creelo, no todos, conservalo y alimentalo día a día..
Te quiero mucho.. Gris
Gracias por tomarme en cuenta para compartirme esto..

OzHoMaTli dijo...

Mí querida Gris: Agradezco el elogio pero, sólo son historias que se me vienen a la mente, por lo tanto no hay nada que agradecer, ya que para eso es este blog, para compartir.

CaMarA de AmOr

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